martes, 22 de noviembre de 2011

02 Camino del matadero

La oscuridad me reconforta. Me da un respiro de mi terror recurrente. Intuyo sus ronquidos y sé que están cerca. Pienso que están ahí, que hoy no, aún no y así puedo descansar. Apenas las primeras luces del alba pintan nuestro reducido mundo, el pánico se apodera de mí. Despierto. Oigo ruido de preparativos. Hoy sí. Estoy perdido, sin remedio. Esa luz me atrapará y me dejará suspendido en una amalgama de esperanza y desesperación, aullidos que son ultimátum a lo que queda de noche. Sé que no soy el único en sentirlo. Somos muchos que caminamos hacia un mismo fatídico destino. Pero no nos organizamos para rebelarnos. Aún no sé el porqué de tanta sumisión.
Como cada día, me cubren el cuerpo de múltiples capas para insensibilizar, para anestesiar mis sentidos. ¿Creen acaso que así no notaré nada? Pánico que suda mi piel y queda arremolinado en mi cubierta de lana para asfixiarme.
Ya me trasladan preso y prieto en el minúsculo espacio del vehículo. Llegamos.
Entonces es cuando ocurre todo. Intentan despistarme con artimañas de torpe ilusionista, clown de circo vacío sin luces. Yo balo todo lo que puedo, a pleno pulmón para ganar tiempo y buscar mi oportunidad, conseguir clemencia y un día más de tranquilidad. Nada. Entro en fila de uno en ese mar de llantos, olor a heces escondidas, sonrisas contenidas y forzadas de nuestros verdugos, matarifes equipados ya con sus batas dispuestos en la línea de producción. Me toca. Quedo atrapado y lloro de terror. Hoy papá y mamá ya no volverán a por mí. Estoy seguro de ello.

2 comentarios:

  1. Hola. Francesc, Entiendo una doble lectura. Una buena metáfora social del tiempo que nos toca vivir.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Hola Fernando;

    La verdad es que somos como niños y a la vez como corderos. Me alegra que también veas esa doble lectura ya que al principio no era más que un relato de terror. Pero un terror real y visceral, nada que ver con el terror de los adultos. El auténtico terror que es el que sienten los niños cuando van a las guarderías y que es el primero y más profundo de los miedos. El abandono.

    ResponderEliminar

Dejad una botella con un mensaje enrollado dentro. Probablemente a Robinson también le hubiera gustado, aunque hubiera sido para criticarle por esconderse en una isla perdida y abandonar a su familia.