jueves, 8 de diciembre de 2011

09 Confesión

Hoy me habían citado para la rueda de reconocimiento. Llego pronto a las dependencias policiales. Aún nervioso, me sitúan delante del cristal. Detrás, los ocho sospechosos me miran sin verme. Yo les observo secretamente, me acerco y estudio a mis culpables habituales, sus gestos, sus pecados grabados en sus rostros; mis dos padres, mi tutor de escuela, mi confesor, mi vecina la Sra. Socciettá y mi buen amigo Barceló. Hasta mi ex está allí para recordarme con su mirada roja con sabor a hierro, porqué había venido. Y al recordarlo, sin vacilar un instante me identifico.

4 comentarios:

  1. Buen giro Xesc. Me ha sorprendido el final. ¿Una pregunta: La mirada roja sabe a hierro, por el hierro que contiene la sangre o por el hierro que la provoca a golpes?
    El juego de los espejos es muy interesante, no me refiero al descrito en el relato, sino al mostrado. Esa imagen reflejada que creas para después llevarnos a la realidad.
    Apunte ablac: en la última frase me pregunto si ese "Y al recordarlo" es necesario o sin él... ¿la frase significaría lo mismo?

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  2. Me pareció un buen escenario el juego de una rueda de reconocimiento con el punto paradójico final en el que uno se identifica a sí mismo del otro lado. Una imagen irreal que viene a escenificar una confesión de un maltrato o de un asesinato por parte de un marido que ha buscado excusas donde no las hay ni las habrá. Tal vez por eso me pareció apropiado esa entrada final de la frase que cierra el círculo. Hay unos instantes iniciales en los que vacila, que vuelve a reconocer sus excusas pero al "ver" a su ex cae en la cuenta. Sin embargo, tal vez tengas razón, ya que es su mujer la que se lo recuerda ...
    Las dos acepciones de la mirada roja que has apuntado me gustan y las dos son correctas. De la segunda, debo reconocer que yo mismo me percaté en una lectura final antes de publicarlo.
    Me alegra tu comentario, que te haya agradado y tus apreciaciones.
    De momento lo dejo por si alguien más quiere opinar al respecto de lo que dices.

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  3. Debo estar muy espeso, porque no lo pillo. Pero, como cantó Chiquetete, volveré.

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  4. Pues nada, aquí estaremos, Miguelángel.

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Dejad una botella con un mensaje enrollado dentro. Probablemente a Robinson también le hubiera gustado, aunque hubiera sido para criticarle por esconderse en una isla perdida y abandonar a su familia.