Fue un acto de delicadeza por parte de Dios aprender griego cuando quiso escribir… y que no lo aprendiera mejor
Friedrich Nietzsche
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Imagen: superarunainfidelidad.com
La bella doncella trataba de explicar a su flemático esposo su feliz estado con una fábula en la que intervenía, aún no se sabe cómo, un joven palomo torcaz.
Su transido cónyuge mientras disentía de forma ostensible con la cabeza, en silencio, ojos cerrados, mirada gacha, imploraba para que nadie más tuviera conocimiento del asunto.
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Su transido cónyuge mientras disentía de forma ostensible con la cabeza, en silencio, ojos cerrados, mirada gacha, imploraba para que nadie más tuviera conocimiento del asunto.
Pues se enteró nada más y nada menos que toda la humanidad. Yo tengo mucha simpatía por este personaje histórico. Muy buena la recreación. Un saludo.
ResponderEliminarA mi también me cae simpático. La cruz que tuvo que llevar... éste también.
EliminarSaludos Mar
Muy bueno. No contaba el flemático cónyuge con el afán de protagonismo del hijo. Los hijos siempre tan ingratos.
ResponderEliminarAnda, pues es verdad. ¡Los hijos!
EliminarClaro que si el editor y traductor del serial se lo hubieran tomado más en serio, tal vez todo hubiera quedado más elíptico. Pero perdería fuerza, sin duda.
Benvingut Miguel. Salut.
¡Aplausos, Xesc!
ResponderEliminarUna historia difícil, no cabe duda.
Un abrazo.
Gracias por pasar y dejar botella. Me la beberé toda.
ResponderEliminarDifícil y más complicada que la hacemos, como casi todo.
Un abrazo Pedro
Como que no caigo (pero caigo a la vez); me falta el conocimiento sobre la leyenda o cuestión a la cual te referis (soy un tipo de ignorancias inmensas y sorpresivas) pero más o menos calculo que es como si José no le creyera a María la cuestión del arcángel -de manos atadas y concepción inmaculada- (incluso podría hacerse un micro con Gabriel diciéndole a María en la cama "¿y a qué hora llegaba de la carpintería?")... Bueno, si mi interpretación es la correcta me gustó mucho y sino, no sé, je.
ResponderEliminarCambiando la óptica te felicito con la nueva cabecera -no sé si es nueva, a lo mejor recién me doy cuenta de su existencia que era previa a mi descubrimiento, pero igual para mí es nueva-, tiene mucha más pasión que la anterior y también está bueno que el logo de tus comentarios sea la canoa y la cabecera otra con "más personalidad"... Quizás me hubiera gustado entre todas las cosas algún objeto de color que rompa el gris, un objeto representativo de este espacio. Pero en realidad estoy pensando en voz alta y no tengo porqué, nadie pidió opinión.
Saludos, y pasate por mi blog que te hice un homenaje no premeditado, pero cuando lo vi sobre la hoja decidí dejarlo... a ver si lo encontrás, es medio sutil.
Pues para no caer y tropezar a la vez das justo en el clavo. De lleno Juan. Me gusta esa otra perspectiva de la situación. Esta es la conjura, la otra sería el engaño.
EliminarLa cabecera es bastante nueva, ciertamente. Me gusta que te guste. Tenía muchas ganas de cambiarla y la idea estaba ahí pero no acababa de ponerme. Estuve tiempo pensándola, escogiendo y distribuyendo los restos, pensando el qué, el tono, la forma y dimensiones, el tratamiento y procesado... No me maté mucho en realidad, ni fui muy cuidadoso en la calidad de los elementos pero el resultado creo que le da más personalidad, más cuerpo como tú dices. Gracias.
Tomo la idea que comentas. Me parece sugerente. De hecho ya había pensado en ponerle una botella con un mensaje dentro (¿de color?, porqué no).
Volveré a pasar. Ayer estuve pero tuve que dejar el relato a medias para salir. Luego vuelvo con más calma. Ya me tienes en ascuas.
Abrazos
Desde luego, la infidelidad más famosa de la Historia, de hecho, ahí empezó la Historia.
ResponderEliminarBueno, eso parece. Y sí, ahí empezó la Historia, al menos la nuestra.
EliminarSaludos Manu
Sobran las palabras, que hablen los hechos.
ResponderEliminarHablen pues.
Eliminar... y hablaron.
Saludos Nel
A mí me hace pensar en la tradición folklórica europea, y en los cuentos tradicionales españoles reunidos por Antonio Risco, donde aparecen palomas y otros animales del bosque cumpliendo misiones simbólicas.
ResponderEliminarO sea: el marido es un mal lector, jaja.
Besos, Xesc.
Buscaré esa recopilación que no conocía.
EliminarPobrete, la cruz que ha tenido que llevar por ello. Claro que si doncella se hubiera quedado en la traducción, cómo habría cambiado la historia. De hecho, como dice Manu, tal vez aún no habría empezado. ¿O sí pero sería otra?
Abrazos Susana
Pobre hombre, se enteró todo el mundo y encima para la Historia, él apenas aparece. Me gusta esta otra visión que aportas.
ResponderEliminarBesitos
Elysa!
ResponderEliminarEs verdad. Que ingrata es la historia. En general los padres estamos bastante relegados a un segundo plano (por múltiples razones que ahora no...)
Y en este caso todo por conveniencia y un traductor poco hábil.
Besos
Pues menos mal que no quería que nadie se enterara el transido marido.
ResponderEliminarPaso a hurtadillas por tu casa, que últimamente es la única forma que tengo de hacerlo.
Un saludo.
Lo sé Fernando, lo sé.
ResponderEliminarGracias por ello.
Saludos
Jajaj, sólo falta añadir: sí, sí, torcaz, pero con una picha así de grande, cariño!! Jajaj
ResponderEliminarPerdón, pero me vuelvo chabacano cuando recuerdo algunas cosas.
Abrazos, company.
Mira que eres... jajaja
ResponderEliminarTe salió la vena barriobajera. Jaja.
Abrazos company
Jeje, pobre Pepe, ya se encargó el palomo que inspirar a los relatores (grandecuentistas). Pa mi que es un farol, o esa manía de comunicar a los amigos el rollito. Te vas a quemar, seguro.
ResponderEliminarEstoy seguro de ello. (de ambas cosas, claro)
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