Además, el pollo rebozado siempre humea demasiado y suena el teléfono. Una vez. Yo continúo en la cocina. Rebozando. La cocina se llena de humo. Dos veces. «¡Lo coges o no! Yo no puedo» Tres timbres. El humo espesa. «Al cuerno, ¿quieres hacer el favor de cogerlo?» Cuatro. El humo es negro. Dejo la cocina. Voy a la habitación. Cinco timbres ya. Veo por qué ella no podía responder. Está tumbada en el suelo. Ojos en blanco. Seis veces. ¿Qué hago? La cocina arde, ella agoniza y el teléfono suena. Siete tonos. ¿Bomberos o ambulancia? Tampoco puedo llamar porque el teléfono sigue sonando. Ocho veces. ¿Quién será?
¡Qué tensión! ¿Por qué da más miedo la llamada que la mujer con los ojos en blanco? Quizás porque no vemos lo que hay detrás de esa llamada. Y si lo condimentas con humo y más humo...
ResponderEliminarMe gustó, me gustó. Y al protagonista: ¿le gustó el pollo?
Un abrazo.
Me temo que no llegó a catarlo. Jajaja. Y tienes razón, bien visto da más miedo la llamada.
EliminarAbrazos Carlos
Plas, plas, plas...en pie! entra Xesc.
ResponderEliminarHe ido a la cocina y he apagado el fuego de la hornilla, he corrido a coger el teléfono y le he dicho que luego llamo, y he comenzado a reanimarla a ella con mis torpes conocimientos, alterado, nervioso, angustiado...pues eso me transmiten tus palabras.
Por cierto, he pinchado hasta aquí a través del blog de Ximens, al ver la imagen, me parece muy buena, y más ahora de cerca, cuando distingo el mal que le atormenta.
Un abrazo!
Bienvenido a esta playa Juan Luís,
EliminarSoy yo el que debo aplaudir. Mucho trabajo y talento el que repartes con tus ilustraciones en los blogs que habitualmente sigo.
Lamento (en nombre del protagonista) que hayas llegado tarde a reanimarla.
Y es cierto, la ilustración de Charly me parece genial.
Abrazos
¡Ja!, me parece buenísimo Xesc, la tensión se vive, se siente la indecisión y el timbre machacando los sesos del pobre protagonista. Y la parálisis final..., genial.
ResponderEliminarAbrazos admirados.
Esas palabras que me regalas son como maná para este blog y su autor. Un lujo.
EliminarGracias, gracias
Abrazos Susana
Muy bueno, un micro lleno de tensión y de incertidumbre, tiene muchos ingredientes, como la buena cocina. Un abrazo.
ResponderEliminarEso es. Buena cocina. No pollo rebozado que nos lleva a la perdición.
EliminarMuchas gracias Manu
Un abrazo
Xesc, muy lograda la tensión del microrrelato que nos metes en una escena de la que no sabremos salir. ¿Quién será?
ResponderEliminarAbrazos.
Esa era la idea. Dejaros ahí suspendidos, perpetuamente en la indecisión, la incertidumbre y la tensión.ç
EliminarYo tampoco tengo ni idea
Abrazos
Sí, coincido que es un acierto mantener el timbre de la llamada durante todo el micro, incluso más allá del punto final. Es ésta la verdadera protagonista del micro, en forma de elipsis. Bravo.
ResponderEliminarAbrazos.
Es un lujo tener tu lectura, tu interpretación y comentario. Cierto, el timbre genera ritmo y tensión que se perpetúa más allá del final.
EliminarA mí es lo que me sedujo de la idea y por eso escogí ese final. Sin final.
Abrazos
Qué bueno, Xesc. Qué agobio. Qué incertidumbre. No me gustaría estar en ese dilema: ¿Qé hago?... ¡Ya va por el octavo tono! Me ha encantado la situación que has logrado. la atmósfera, el ambiente "irrespirable".
ResponderEliminarUn besooo
Gracias Petra. Ocho timbres son muchos timbres. Los que solemos ser lentos a la hora de responder bien que lo sabemos. Son una eternidad. Ciertamente puede llegar a ser irrespirable. También por el humo, claro.
EliminarUn beso y gracias
Este micro dotado de una tensión sostenida de principio a fin -timbre mediante- tiene un pulso narrativo que acelera el del propio lector.
ResponderEliminarGoza, además, de otra de las características vitales del género; sugiere la historia que el lector luego completa a piacere. Demuestras, con él, un dominio superlativo de la elisión; Xesc.
Mis aplausos admirados.
Un abrazo,
Gracias Pedro por tus comentarios.
EliminarCon ellos me animo y aprendo. Me sostengo y salgo de la duda que me suele embotar. Casi como al protagonista.
Ya me gustaría tener ese dominio superlativo de la elisión. Es sólo que en ocasiones la elisión viene a mí. Espero que con el tiempo...
Gracias de nuevo y un abrazo
Xesc, me has creado ansiedad. Igual, igual que la que me creó el Pollo Rebozado en su momento. Lo has etiquetado como "Absurdo", ;) , me he dado cuenta, pero no es absurdo. Tiene su sentido y su esquema, su secuencia y su tono de frenesí del que el lector no puede escabullirse tan fácil ¿quién dejaría de leer al tercer timbrazo?. Lo mejor : el final, "no puedo llamar porque suena" ¿realmente es absurdo? ...en mi casa me enseñaron que siempre hay que contestar cuando te preguntan... ;)
ResponderEliminarBesos Xesc.
Es un consejo muy sabio. Contestar cuando te preguntan, preguntar cuando no sabes.
EliminarLamento haberte creado ansiedad. La factura de las pastillas no me la pases. Jajaja. Gracias. Era la idea.
Para mí ese absurdo se manifiesta en la situación, tal vez en la reacción, incluso en el mismo personaje indeciso, ridículo, inútil e impotente. Incapaz de lo más sencillo.
Abrazos Laura y muchas gracias
Las pastillas son 18,50 de momento sin copago. ;)
EliminarUn beso
Jaja, Cachis, todo se junta: el pollo se quema, el teléfono suena, esta se muere, cachis, y lo mismo cuelgan y vete tú a saber quién llamaba.
ResponderEliminarQué bueno, Xesc. Qué bien mantenida la tensión y sin perder el humor. Jajaj, qué estres.
Un abrazo.
Que no decaiga Miguelángel. Y siempre con humor aunque no queden ganas.
EliminarGracias por pasarte company
Abrazo
Me uno a los aplausos, un gran micro, y una gran utilización de ese teléfono. Consigues mantener la tensión y dejas ese final para el lector. Muy bueno.
ResponderEliminarBesitos
Espero que imagines un buen final para todos. Gracias Elysa
EliminarBesitos
Hola Xesc, el pollo que se quema al son de las llamadas de teléfono justo cuando ella decide morirse.
ResponderEliminarComo supongo que ella está muerta, y eso no tiene remedio, y la llamada será de Vodafone, te sugiero que te centres en terminar el pollo.
Abrazos
Espero que no. Lo preguntaré. En todo caso, lo del pollo sí que no tiene remedio. Eso sí, casi seguro que era Vodafone o Jazztel. No paran.
EliminarAbrazos al sur
Podría fácilmente ser el preludio al grito desatado de Munch, ya en el puente, mientras las ruinas humean a lo lejos y en el silencio turbio de la riada sigue resonando el teléfono. Después vendrá la habitación de paredes acolchadas, pero esa es otra historia...
ResponderEliminarMe gusta esa imagen que me has traído, Alberto. El grito de Munch es un cuadro que me gusta y que casa muy bien con la escena dibujada.
EliminarGracias dobles
Esa otra historia la dejo para los que saben.
Abrazos
Un texto muy bien logrado, me gustó el ritmo que crece desde diferentes ángulos.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Gracias Humberto por pasarte.
EliminarMe gusta esa descripción que haces de ritmo creciente desde diversos ángulos.
Un abrazo al sur
Estremecedor, con una carga de desconcierto, confusión y angustia que no se olvida. Un micro memorable.
ResponderEliminarSi no te molesta, pongo mi enlace en tu casa.
Continuaré leyéndote.
Saludos!
Querida Patricia,
EliminarCómo me va a molestar. No hace tanto que vivo en el mundo del blog y del microrrelato, pero lo suficiente como para conocer de tu calidad literaria y humana. Y sobre todo por buenos amigos como Xavier Blanco que siempre tiene buenas palabras para ti. Así pues, bienvenida a mi playa y gracias por naufragar. De verdad.
Saludos al sur
Se me había pasado este micro tan bueno. Cuánto partido le has sacado a esa frase de Xavier. Una situación extrema, en la que se junta todo y el protagonista no sabe qué hacer. Pocos saben mantener la compostura en esos instantes...
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Sara
EliminarA mí se me pasan tantos. No doy abasto.
Para mí era casi obligado hacer algo con la frase del bueno de Xavier. Y salió así. Negro como la tinta de calamar. Una metáfora de los momentos de dificultad que nos embotan o paralizan.
Abrazos
Hola Xesc, tendríamos que quedar para tomarnos una cervezas, y hablar del pollo rebozado, y de los superhéroes de barrio. Para hablar de la vida, esa que nos lleva como pluma que bambolea el viento.
ResponderEliminarUna abrazo amigo.
Me ha gustado ese micro, que nos lleva del absurdo inicial a la vida misma, de la risa al llanto, del blanco al negro, como la vida que fluye cansina y nos arrastra en su densidad.
Ya ves. El pollo rebozado esconde muchas cosas. Humo negro y ruido que son silencios en un patio de luces.
EliminarTal vez algún superhéroe nos pueda ayudar. Estoy pensando en Barman. El mejor amigo para los que necesitan consuelo. Nos vemos delante de las cervezas. Pronto.
Un abrazo amigo
Está claro que el teléfono es el elemento distorsionador del relato. Los lectores nos hemos quedado con la duda. Por lo demás consigues reflejar muy bien ese dicho de que los hombres somos incapaces de hacer dos cosas a la vez.
ResponderEliminarVaya que sí. Y a veces hasta una.
EliminarGracias por pasarte. Un abrazo.