viernes, 12 de abril de 2013

67/ Quién sabe dónde

    Al llegar el fin de semana, las pequeñas princesas de la casa regalaban su mejor sonrisa a su padre para pedirle -palma extendida hacia arriba- un par de billetes de los verdes cada una. “No os lo gastéis todo”. En sus habitaciones se entretenían entre risas y confidencias mientras intercambiaban modelitos. Antes de salir, un último retoque frente al espejo les daba el color y la frescura necesarios para afrontar la cola de la discoteca.  “Pasadlo bien, hijas”. En la discoteca ponían música máquina a un volumen ensordecedor y les servían cubatas de garrafón a precios abusivos. “No bebáis demasiado”. Los preservativos los vendían en los lavabos y las pastillas de colores iban aparte. “Tomad precauciones con los chicos zalameros y no perdáis nunca de vista vuestra bebida”. La fiesta era siempre fiel a sí misma, idéntica todas las noches de todos los fines de semana. De todos los meses. De todos los años. “No volváis muy tarde”. Hasta que cerraban y llegaba la hora de regresar a casa. “No subáis al coche de desconocidos”.

12 comentarios:

  1. Ay qué chungo... el título te deriva a Lobatón de cabeza, pero es que es tan así, llega un día en que hay que dejarles irse y que sea lo que el destino quiera... solo cabe enseñarles bien.
    Me gusta mucho la estructura que has utilizado, dejando el final vacío, para rellenarlo, que ya sabemos...
    Un abrazo

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    1. Gracias por saborear este trago amargo.
      Un abrazo y hasta pronto

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  2. Es terrible la historia de fondo que narras pintada sobre la anécdota cotidiana. Ese repique de frases de advertencia es como una campana de muerte que pone los pelos de punta. Y la frase final, de guillontina...
    Abrazos escalofriados.

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    1. Pues no las tenía todas, pero me alegro de que repiquen campanas de muerte...
      Gracias miles

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  3. Xesc, este microrrelato me ha parecido un mix entre las frases paternas y los hechos juveniles que se deben vivir. Buen juego de voces. Por otro lado, es inevitable no colocarse a un lado u a otro de la historia, como padre o como jovencita. Da miedo o no, salir por ahí.

    Abrazos.

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    1. Gracias Nicolás.
      Creo que siempre ha sido difícil.
      El mal, como la verdad, están ahí fuera.

      Abrazos

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  4. Un planteamiento original para escribir un micro con frases tópicas que tod@s hemos escuchado/dicho alguna vez. Me encanta la estructura tan bien diseñada que has utilizado para montar el micro, como ya te ha dicho por aquí arriba Anita. Felicidades, Xesc. Mientras sigas manteniendo islas perdidas donde poder hacerlo, seguiré naufragando a gusto.
    Un abrazo.

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    1. Lo que nos lleva a que los hijos no hacen caso de lo que les dicen los padres. Y a veces sale bien, y a veces muy mal.

      Abrazos porque sí.

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    2. Un placer tenerte como náufrago por estas latitudes, Fran.
      Gracias por valorar la estructura del micro.
      Un abrazo.

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    3. Lola. Yo que tengo uno de dos y medio y empieza a desafiarme, tiemblo al pensar en la adolescencia y la época que se le suba el pavo.

      Pues claro que sí, abrazos.

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  5. Un micro de muchas lecturas, Xesc; de muchas y vuenas lecturas. A los que ya tenemos una edad nos lleva al crimen de Alcacer y a admirar tu virtuosismo a la hora de crear.

    Mis aplausos.

    Un abrazo.

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    1. Gracias por pasar Pedro.
      Efectivamente. La memoria es muy traicionera y nos trae, como las olas traen restos a esta playa, los recuerdos más impactantes y desagradables. Cómo olvidar Alcàsser. También los buenos. Pero eso es otro micro.
      Un abrazo

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Dejad una botella con un mensaje enrollado dentro. Probablemente a Robinson también le hubiera gustado, aunque hubiera sido para criticarle por esconderse en una isla perdida y abandonar a su familia.