Ordenaron colocarle la venda en los ojos. Le ataron las manos a la espalda; los pies fueron lastrados con cadenas de acero ajustadas con grilletes; a los hombros le colgaron un saco enorme de piedras. Remataron su obra tapándole la boca con trapos y cinta americana. No olvidaron decirle que todo era por su bien. Llegados a ese punto, descansaron y contemplaron con distancia su creación. Y vieron que aquello era bueno para ellos y que también lo era para él. Y le dejaron marchar: ahora vive feliz, con sus limitaciones y cargas, sí, pero en completa libertad.
Has conseguido que me mire la espalda y los pies mientras leía Xesc, que terrible descripción de la sociedad, como si tal cosa. Todavía no logro comprender como nos convencen...
ResponderEliminarNivelazo compañero.
Abrazos.
Buena reedición creativa. Ese lastre que llevamos a la espalda me lo quito yo a golpe de martillo ¡ya lo verás!
EliminarAbrazos creativos.
Pues es mucho más de lo que nos dejaran hacer Miguel, así que felicidades. Vamos por el buen camino.
EliminarAbrazos
Bien hecho Lola. Y te digo una cosa... a ti te veo muy capaz de eso y más.
EliminarAbrazos
¿Ves? este si lo entiendo. Va a ser por la foto :-)
ResponderEliminarEs bueno.
No creo que sea por la foto, Antonia. Jejeje
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