Ilustración de Carmen Tower. Plaza de pueblo.
Un turista ya no se encuentra fácilmente. Un turista es un ser condenado a extinguirse. En la ciudad de Amina ya hace años que no se ven. En la insignificante Villa del Morral muy por el contrario, cuando llega uno, se le acoge con júbilo, se le lava en la fuente de la Plaza Mayor, se le proporciona descanso y se organiza una fiesta en su honor. Para ello es tradición sacrificar un vehículo. Resulta crucial hacer el peregrino a fuego lento si el vehículo no es diesel y sobre todo, enterrar bien todas sus pertenencias para que no dejen de venir.
Y si es menester, se le ata a la cucaña junto con el jamón, por si le da hambre, para que no escape.
ResponderEliminarAbrazos de trotamundos.
Madre mía jamón, dice. Si me parece que es lo primero que se extinguirá.
EliminarAbrazos mi Lola.
Maravillosamente siniestro.
ResponderEliminarEste fin de semana en casa, por si acaso.
Siniestro destino, siniestro presente. Ah, ni en casa estaremos a salvo.
EliminarGracias Susana. Se te echaba de menos por el pueblo. Besos.
Buen relato, tan profetico que espanta. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por pasar de nuevo, Ana. Prometo no quemar ningún coche si volvéis... De mis vecinos ya no respondo.
EliminarSaludos