Foto John Stanmeyer. World Press Photo 2014
Al girar en la Quinta con la Ciento diez, te atusas con la mano la poca gomina que te queda. Luego escondes instintivamente el móvil en el bolsillo interior del sobretodo antes de adentrarte en Harlem. Dos calles más allá, cerca de Maipú, decides llamar un remís y buscas el celular en el bolsillo del pantalón. Contrariado, compruebas que perdió la cobertura. Con el i-phone en alto, como si quisieras hacer una foto al ojo de la noche, intentas recuperar alguna rallita, pero sabes bien que hasta Las Ramblas no tendrás. Decides guardarlo de nuevo en tu bolso Loewe y continuar en transporte público. Bajas del tranvía cerca del Reichstag. Es entonces cuando el móvil vibra y el whatsapp escrito en árabe te recuerda que la primavera sigue activa. El viento cálido del mediterráneo desplaza el hiyab cubriéndote los ojos. Con la mano izquierda lo apartas y sonríes. Algo está cambiando, piensas antes de entrar en la plaza.